Es inevitable que alguien nos decepcione y que decepcionemos a alguien a lo largo de los años. Nuestra confianza en las personas (y en las instituciones), tan necesaria para vivir en sociedad, no siempre es correspondida, como tampoco lo es la que alguien deposita en nosotras.
Pero no todas las decepciones tienen la misma categoría, ni nos duelen igual. Las peores son aquellas que se derivan de hechos, actitudes y manifestaciones de alguien a quien considerábamos hasta ese momento un referente, en cuyo criterio y actuación confiábamos.
He aquí algunas de las mías:
- Me decepciona, y me enfada, que una vez instalado el ascensor en un bloque en el que viven personas muy mayores (Rafael y Rosalía tienen más de 90 años) hayan de pasar más de dos meses hasta que se ponga en funcionamiento por cuestiones burocráticas. ¿De veras no es posible agilizar los trámites? ¡Válgame san Rafael, tener el agua tan cerca y no poderla beber! Todos los días cuatro pisos abajo y cuatro pisos arriba para poder salir a la calle.
- Me decepciona y me preocupa que se trate a las personas mayores con condescendencia, que se les hable como si fueran críos y no entendieran nada, que se las despersonalice llamándolas abuela o abuelo, obviando su nombre, sin pensar siquiera que puede que no tengan nietos y por tanto no se sientan concernidas. Se puede ser abuelo o abuela muy joven y se puede no serlo nunca. Y si quienes actúan así son profesionales dedicados a cuidarles ya me parece inaceptable. Y sí, todavía hay quienes lo hacen.
- Me decepciona, y me irrita, que quienes tienen una gallina de los huevos de oro en el alquiler de pisos turísticos y casas rurales no cuiden la calidad de lo que ofrecen a precios abusivos. Estoy hablando de una zona con tanta demanda como Conil, en la provincia de Cádiz, donde parece que se alquila cualquier cosa. Por una noche en una casa con tres dormitorios, perdida en un dédalo de caminos rurales, pagamos 225 euros. Las camas con somieres de muelles vencidos y colchones de espuma completamente pasados. Sábanas, que debieron ser blancas en otro tiempo, totalmente arrugadas. Una cafetera mínima y solo un fuego de gas que apenas ardía. Preveíamos desayunar en la casa, antes de irnos. No fue posible. He hablado con otra gente y es no una excepción en la zona. ¿Qué imagen estamos dando al abusar así de los turistas? ¿Qué turismo de calidad se busca con estos servicios? Actuando así se matará la gallina.
- Me decepciona, y me enoja, que el señor Moreno Bonilla perdone un día novecientos millones de euros al 0,2 % de la población andaluza (con los que luego no contará para educación, sanidad, servicios sociales) y al día siguiente pida a papá Estado mil millones para infraestructuras relacionadas con la falta de agua. Es mayor mi enojo que mi decepción: después de lo visto en su primera legislatura, no esperaba que gobernara para las clases populares pero tanta caradura me parece demasiado. Y el cuento de la lechera de que vendrán los grandes capitales a invertir en Andalucía porque no pagarán impuestos no es otra cosa que un engañabobos. Por desgracia, lo veremos.
- Me decepciona y me da mucho coraje que la clase obrera se deje engañar tan fácilmente y no se dé cuenta de quienes defienden sus interese y quienes sólo piensan en obtener rédito para ellos y sus amistades. Me duele ver que barrios obreros votan a quienes les explotan y aplauden a quienes privatizan los servicios públicos porque como bien dicen los franceses cuando todo sea privado no veremos privados de todo.
- Me decepciona y me enerva ver a periodistas desinformando, publicando a sabiendas mentiras, fabricando bulos, poniendo enormes titulares para falacias y ni palabra cuando se ha demostrado que lo son. Dando la voz y la palabra a mentirosos como si merecieran crédito, dejando que se explayen sin contradecirles, como si los hechos fueran opinables.
- Me decepciona y me enfurece la desunión de una izquierda cada vez más fracturada, que no cambia su visión a pesar de la experiencia. En Italia va a gobernar Meloni aunque los votos de la izquierda fueron más, pero repartidos entre varios partidos y la ley electoral, como en España, prima la concentración. En Andalucía estamos como estamos, entre otras razones, por la desunión. Espero que Sumar no sea una nueva decepción. Confío en Yolanda Díaz.
- Me decepcionó y me entristeció mucho, pero mucho, mucho, ver a Serrat en Sevilla haciendo como que cantaba, eso que se llama hacer playback. No me lo podía creer. Era lo último que podía esperar de un grande como él, de alguien que fue un mito, un referente para mi generación y las posteriores. No sé lo que habrá hecho en otros de los espectáculos de su gira de despedida pero puedo asegurar que en la noche de el 7 de agosto, al menos la canción de Curro el Palmo no la cantó en directo. Las grandes pantallas no dejaban lugar para las dudas. Y el que hace un cesto…
Por supuesto que me quedan decepciones en el tintero, no se trata de ser exhaustiva. Pero, ¿se imaginan cuál fue la que me movió a escribir esta entrada? En efecto, la última, aunque puede que no sea la mas transcendente.


