El pasado16 de septiembre hizo 70 años de la llegada de los primeros colonos a lo que años más tarde sería Guadalcacín, uno de los muchos pueblos o poblados de colonización que el franquismo construyó sobre fincas improductivas prometiendo, a quienes en en la mayoría de las ocasiones se vieron obligados a aceptar, una vida mejor.
Así se vendía el proyecto:
De la realidad me hablaba Angelita hace tiempo y lo conté aquí. Merece la pena leerse si se tiene algún interés por conocer cómo se vieron obligados, y más obligadas, a vivir.
El sábado 17 de septiembre, sólo un día después de cumplirse los setenta años de aquella llegada, se celebró en Guadalcacín un sencillo pero muy emotivo homenaje a aquellas personas que fueron la semilla, los precursores de lo que hoy es un pueblo de casi seis mil habitantes con infraestructuras y servicios que para sí quisieran pueblos más grandes, que no se hubieran conseguido sin el esfuerzo compartido y la buena gestión realizada por los alcaldes y alcaldesa (solo una, la actual) de la democracia.
El acto, presidido por la alcaldesa, fue conducido por el técnico del ayuntamiento e historiador Julian Oslé cuya emocionada y emocionante presentación quiero reproducir aquí:
FELIZ CUMPLEAÑOS, COLONOS
Hoy celebramos el aniversario de una verdadera hazaña, la protagonizada por la gente, personas humildes que llegaron con su equipaje lleno de ilusión en una España pobre que salía adelante como podía después una terrible catástrofe, después de una guerra, a una tierra baldía, metidos en unos infames barracones, con frío, con hambre, sin luz, sin nada… ¡No!, sin nada no, con sus manos de trabajadores, con sus almas de niños yunteros, que tan bien describió el poeta Miguel Hernández:
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.Pero estas mujeres y hombres que hoy homenajeamos en el 70 aniversario de haber llegado al fango, se quitaron el yugo que los castigaba, se levantaron con sus manos y sus arados, e hicieron posible lo que nadie iba a hacer por ellos, ser libres, dejar de ser pobres y vivir con la dignidad que nunca dejaron de tener.

El monolito en el que se inserta la placa que recuerda y homenajea a aquellos esforzados colonos es una reproducción de los que existían en toda la demarcación informando de que se estaba en zona de colonización.
El segundo video, que con imágenes de personas y faenas de aquel tiempo nos recordaba la película Los santos inocentes, se nos hizo menos dramático con la bonita voz de Ana Mary Martínez entonando con sentimiento canciones de la época (Por el camino verde, Angelitos negros, …)
A esta entrada le falta un video de los que se exhibieron en el acto en el que hijas e hijos de aquellos colonos, y el mayoral, funcionario del IRIDA ya jubilado, recuerdan aquellos primeros años. Tan pronto como disponga de él actualizaré el post.