Archivo de la etiqueta: funcionarios

Puntualidad después de la pandemia

La pandemia ha marcado un antes y un después para muchas cosas, unas para bien y otras para mal.

Un ejemplo: me parece bien que la Seguridad Social haya descubierto que hay trámites burocráticos (actualizar recetas en tratamientos crónicos p.e.) que se pueden realizar por teléfono sin menoscabo del servicio que se presta, antes al contrario, facilitándolo. Pero no me parece tan bien, siguiendo con el mismo caso, que el acceso al médico o la médica de cabecera se haya dificultado tanto que obliga a muchos pacientes a acudir a las urgencias hospitalarias.

Uno de esos casos no tan buenos quiero comentar hoy.

El Centro Social en el que gracias a una asociación de mujeres hago pilates, antes de la pandemia abría a las 9 de la mañana, hora en la que sus funcionarios, hombres y mujeres, se incorporaban a su labor, aunque no comenzaran a atender al público ni se hicieran actividades organizadas (como pilates) hasta las nueve y media. Pero se podía ir haciendo gestiones digitales en la máquina del paro o sentarse a esperar.

Después de la pandemia, en la actualidad (la foto es de la semana pasada), el horario de trabajo del personal del centro es el mismo, comienza a las nueve, pero el centro no se abre hasta las nueve y media. Eso en teoría porque algún día llega a abrir sus puertas hasta cinco minutos más tarde (el día de la foto eran las nueve y treinta y tres). Y no importa que haga frío, llueva o ventee, hay que esperar pacientemente.

¿A que parece una tontería? Pues les aseguro que ver a personas muy mayores o con malas condiciones físicas esperando ante una puerta sin que ya haya razones para mantenerla cerrada no es agradable. Y perder minutos de una actividad física que se necesita, tampoco. Y ¡qué poco costaría hacer la vida más fácil y no perjudicar la imagen del funcionariado! Seguro que se imaginan los comentarios durante la espera.

Nos bajan el sueldo por decreto

Ayer, cuando veníamos de Zahara de la Sierra con cuarenta y seis alumnos/as de Primero de ESO, el conductor del autobús comentó que a los funcionarios nos congelaban el sueldo. Estando de excursión, especialmente si en el grupo hay alumnado difícil, no se oye la radio, no se lee el periódico, no se entera una de las noticias.

Luego ha resultado que es algo más que congelarlo: se nos baja entre un cinco y un diez por ciento, hasta que no lo veamos no sabremos exactamente cuanto porque nosotros, el profesorado, no pertenecemos al puesto más bajo del escalafón.

Parece como si  sólo a los asalariados, seamos o no funcionarios, se nos pudieran controlar los ingresos y por ello estemos destinados a pagar los platos rotos. Todas las medidas propuestas son para los mismos. ¿Para cuando eficacia recaudadora en los altos niveles de renta, que son los que se pueden permitir defraudar de verdad con su contabilidad creativa? No digo que los fraudes menores no sean importantes, también querría que desaperecieran.

No estoy en contra de arrimar el hombro, ya desde ahora digo que no iré a una huelga porque me bajan el sueldo como medida anticrisis.  Pero, ¿cómo es posible que con la que está cayendo nadie se avergüenze de los sueldos y las pensiones de, por ejemplo, los banqueros, después de la inyección de capital que ya sabemos quienes van a pagar?

Entre la opinión publicada me parece que acierta de plano Vicenç Navarro en el artículo que se puede leer pinchando aquí

Nuestro escaso estado de bienestar no es el culpable de la situación. Hay responsabilidades mayores. Pero esas no interesan a los poderes fácticos, por eso nadie se atreve a meterles mano.