En estos momentos en los que el Gobierno Andaluz, siguiendo de cerca los pasos del de la Comunidad de Madrid, aunque de forma más disimulada, intenta poner en manos de empresas privadas gran parte de los servicios públicos, considero importante reiterar las razones por las que me parece importantísimo su mantenimiento.
- Aunque pretendan hacernos creer que van a mejorar la eficiencia del servicio, una empresa se crea y funciona para obtener beneficios: es un negocio. Su finalidad no es la mejora de las prestaciones al usuario (que para la empresa es un cliente).
- Quienes se dicen liberales defienden que cada persona disfrute de aquello que se pueda pagar, y hacia ello caminan las comunidades gobernadas por la derecha. Para hacernos una idea del objetivo pensemos que en USA la pandemia que en nuestro país ha costeado la sanidad pública hoy tan cuestionada, allí ha supuesto el empobrecimiento o directamente la ruina de muchas familias que no contaban con un seguro privado de gran cobertura.
- En consecuencia cuando todo sea privado quienes no tenemos fortuna nos veremos privados y más aún privadas de todo, como dicen en Francia.
- Si muchas de las empresas que se hacen cargo de los servicios son grandes multinacionales que obtienen ingentes beneficios procedentes de las arcas del estado, está claro que una gestión publica podría redundar en la mejora evidente de los servicios que se prestan, e incluso en un ahorro económico.
- Quienes subastan los servicios para entregarlos al mejor postor no buscan ni de lejos la mejor atención personal. ¿O alguien puede creer que por 4,6 euros, precio al que se ha adjudicado la contrata de alimentación en las residencias de mayores en la Comunidad de Madrid se puede dar desayuno, comida, merienda, cena y recena con un mínimo de calidad? Y obtener beneficios, claro, que son empresas. Pueden verlo aquí
Pues para hacer visible la defensa de una parcela de los servicios públicos, la educación, nos concentramos ayer, convocadas (mayoría mujeres aunque menos evidente que en otros ámbitos) por Marea Verde Jerez reivindicando que una rotonda de las muchas que esta ciudad tiene lleve el nombre de la escuela pública.

recordando por qué la defendemos:

y valorando sus logros en el manifiesto de la concentración, demasiado largo para colocar aquí. Solo destaco:
«La historia de la Escuela Pública es una historia de éxito. En los últimos cincuenta años se ha producido una auténtica transformación social y cultural protagonizada por ella: el analfabetismo prácticamente ha desaparecido, la escolarización es total y el segundo ciclo de la educación infantil se ha universalizado permitiendo, entre otras muchas cosas, la incorporación de millones de mujeres al mercado laboral. Y cifras mayores son las de jóvenes de familias obreras que han obtenido títulos de FP, de bachillerato y universitarios».
Que personalmente apuesto por la educación pública lo sabe quien me conoce y quien ha pasado alguna vez por este blog. En ella me formé, en ella he trabajado más de cuarenta años y en ella se han formado mis hijas y mi hijo. Puedo decir que soy coherente.
Ahora que va a comenzar el periodo de matriculación para el curso próximo, y sabiendo que en Jerez se suprimen unidades en cinco centros de primaria, todos ellos públicos, es buen momento para manifestarlo nuevamente y para hacer visible lo invisible (éste fue el lema del EABE 12, un encuentro educativo en cuya organización participé y dije cosas que siguen estando hoy tan vigentes como en 2012).
Defender la educación pública es defender el futuro de todos y todas, no sólo de quienes vienen al mundo dopados por la riqueza familiar y por ello no necesitan que el estado les sobredote aún más como están haciendo los gobiernos de derechas: supresión de impuestos que solo afectan a quienes tienen mucho, becas para estudiantes que no lo necesitan, financiación de clases particulares a la que solo puede acceder determinado alumnado y no el más necesitado precisamente…
Pero, claro, gobiernan para ellos. Lo malo es que reciben votos de muchas personas que se ven perjudicadas por sus medidas creyendo sus palabras torticeras en vez de fijarse en sus actuaciones.