Enseñanza paterna

Ayer, mientras tendía ropa a secar en el patio, escuché esta conversación de un padre con su hijo de unos tres años, todavía con media lengua:

– … el Calo.

– ¡Hijo puta el Carlos!. A ver, ¿cómo es?

– Jo puta el Calo.

-¡Bien!

¡Qué gracioso resulta un crío diciendo palabrotas! Cuando crezca un poquito se preguntará dónde las habrá aprendido.

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